Artivismo. Resistencia Creativa

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El arte tiene la capacidad de conmover y conectar. Tiene la capacidad de despertar, de accionar y levantar pensamientos e ideas.

El artivismo se define como una hibridación entre el arte y el activismo. Arte reivindicativo y de resistencia. Visibilidad, durabilidad y riesgo son los rasgos específicos de una intervención que conlleva un claro mensaje sociopolítico. El arte se convierte en un medio de comunicación enfocado al cambio y a la transformación, un lenguaje que se desplaza desde la creación artística académica o museística hacia los espacios sociales convirtiéndose en una herramienta educativa.

El artivismo desarrolla un lenguaje de libertad y autonomía que se mueve fuera de las normas culturales fijas, de los cánones académicos, de la estética y de la tendencia mayoritaria. Se trata de una intervención sin límites de acción, donde se desdibujan las líneas conceptuales de los espacios.

En un contexto social y político cada vez más inestable, las formas de protesta se reinventan para acercarse a nuevos públicos y encontrar placer en la reivindicación.

Daniel Arzola (Venezuela)

Daniel Arzola, artista visual, activista por los Derechos Humanos y conferencista que ha sufrido en carne propia la intolerancia en su forma más directa, nació en Maracay, Venezuela, un 6 de mayo de 1989. Pocos años después ya empezaría a hacer sus primeros dibujos sentando las bases de lo que sería su inmenso talento, su oficio y su propósito de vida: hacer que el arte sea también un medio de inclusión para los que se sienten marginados por su orientación o identidad sexual.

Según sus propias palabras: “Artivismo es usar el arte como una herramienta de transformación social. Es poder representar una idea que no pueda ser destruida y que sirva para representarnos culturalmente, pues el arte incide en la cultura, y los cambios culturales son también el inicio de una nueva realidad”.

Inspirado por este poderoso y novedoso término, Daniel Arzola crea la campaña “No Soy Tu Chiste”, una serie de pósters con planteamientos que enfrentan la homofobia y transfobia, trabajo que fue traducido a veinte idiomas y apoyado vía Twitter por la cantante estadounidense Madonna. De esta manera, empezó una carrera imparable en la cual se mezclan y potencian arte, cultura pop y redes sociales, catalizados por la inquieta y brillante mente de Daniel.

La teoría del “artivismo” de Daniel Arzola ha sido discutida en diversas universidades del mundo incluyendo Venezuela, México, Ecuador, Estados Unidos y Canadá, entre otros países, donde ha ofrecido conferencias, charlas y talleres sobre el arte como herramienta de transformación social, y como una forma de empoderamiento de comunidades o individuos sometidos a discriminación.

“… Es convertir al arte en una idea que nos una, que nos comunique y que no pueda ser destruida. Es crear símbolos de lucha”, nos dice Daniel desde Santiago de Chile, su actual ciudad de residencia, sobre lo que él considera una simbiosis ya imparable entre su creación artística y su compromiso social.

Ro Ferrer (Argentina)

Romina Ferrer es actualmente considerada la ilustradora del feminismo argentino. Sus ilustraciones han ayudado a visibilizar al feminismo y deconstruir patrones patriarcales de la sociedad argentina.

Realizamos una selección de una entrevista realizada a Ro Ferrer por el sitio https://lascorrectoras.com/

Romina, sos un poco la ilustradora del feminismo en este momento. Así que la primera pregunta es un poco esa, cómo fue que arrancaste con la ilustración y cómo vino el vínculo entre ilustración y feminismo.

A dibujar, arranqué creo que desde que tengo memoria. En relación con el feminismo, llegué como muchas, después de un proceso profundo, de lucha interior, de superar varias etapas muy dolorosas, y coincidió con la primer movilización de #NiUnaMenos. Empecé a dibujar, en principio, como para ir largando un poco de todo lo que a mí me había pasado. Y fue sin querer. Yo no pensé nunca que alguien iba a ver esos dibujos, porque era una página mía, como para pasar el tiempo, como para volcar todo lo que estaba viviendo. Y de a poco se fue haciendo una bola de nieve, y acá estoy, metida en el medio de todo el lío, contenta y comprometida.

Vos decías recién que empezaste a dibujar desde que tenés memoria. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Tu entorno te acompañaba?

Sí, mi mamá y mi papá constantemente me regalaban lápices, pinturas, se daban cuenta de que a mí me gustaba mucho. Tenía cierta facilidad. Hubo momentos en los que yo me cuestionaba porque sentía que no había un sentido en lo que estaba haciendo. Al principio, cuando empecé a dibujar después de haberme separado, empecé a dibujar chistes, y no les veía el sentido. Era para contar lo que me pasaba en el colectivo, qué le pasaba a una amiga mía, ir hablando de eso, de cosas cotidianas, pero sin profundizar demasiado en nada. Esto también me permitió volver a reconectarme, porque cuando está pasando momentos de violencia psicológica, que te desconectás de vos misma como persona, también perdés la creatividad. No hay lugar para la creatividad porque estás preocupada por otra situación. Durante la adolescencia dibujé. Siempre dibujé mucho y estudié diseño de indumentaria, si bien ahí no te enseñan a dibujar, yo ya venía con eso. Aprendí otras cosas en la carrera, de morfología, color, que enriquecieron un montonazo todo lo que ya traía naturalmente, por decirlo así. Fue un proceso de maduración. Yo no hubiese podido dibujar las cosas que estoy dibujando ahora, probablemente, si no me hubiera sucedido todo lo que me pasó y si no hubiese atravesado ese proceso doloroso. Dibujar sobre feminismo a mí también me colocó en otro lugar.

¿Cuál es tu contribución desde la ilustración, desde lo específico que hacés vos, por qué aportar desde lo que vos hacés?

Creo que la ilustración tiene una llegada mucho más veloz que un texto extenso, que una nota en un diario. Porque si bien ahí vos podés aportar información, datos, con un dibujo lo hacés muchísimo más rápido. Llama más la atención al que lo va a leer. Mis dibujos cada vez tienen más texto y menos dibujo, y viene de la necesidad de ir aclarando cuestiones que están equivocadas y que constantemente están en el discurso social. Me parece que mis dibujos tienen que ayudar a deconstruir, porque todos fuimos criados en una cultura machista.